jueves, 18 de febrero de 2010

La Locura

Una amiga a quien aprecio mucho me prestó un libro intitulado El Peregrino Loco, cuyo autor es Grian. Es una pequeña obra con cuentos cortos que hacen reflexionar sobre aquellas cosas, ajenas a lo material que realmente le dan sentido a la vida. Uno de los cuentos se llama la locura, el cual comparto porque me parece que en este mundo debería haber más locos – de acuerdo al significado del cuento y no como los locos que gobiernan Panamá – para que las acciones de las personas tengan un matiz diferente. A continuación les transcribo el cuento denominado La Locura, del precitado libro.

¿Cómo fue que te volviste loco? Le pregunté en cierta ocasión al peregrino loco. Pero, en su locura, no me contestó.

Me miró desde el fondo abismal de su espíritu, como agradeciendo la pregunta y se alejó por su camino como había llegado, calladamente.

Le seguí en la distancia, respetando su soledad y su silencio obstinado hasta que, al fin, el viento me trajo su voz en un susurro.

“Me volví loco cuando comprendí que tenía que amar hasta la locura, cuando supe que el amor no admite medias tintas, ni acepta amantes tibios.

Perdí el juicio cuando me negué a matar los retoños del amor en mi pecho, cuando me enfrenté al mundo por defender mi derecho a amar, aún a sabiendas de que ni siquiera mis amigos me comprenderían.

Me volví loco cuando toda la gente me trató de loco, por querer amar según el amor y no según sus creencias sobre el amor. Nadie es loco para si mismo, sino sólo para los que dictaminan los límites entre la cordura y la locura.

Me volví loco por amor. Y desde entonces recorro los caminos, llevando mi delirio contagioso a los cuerdos desesperanzados y a los sensatos de mirada apagada que se atreven a hablar conmigo, esperando el día en que todos comprendan que los locos son ellos, por ser peces y no atreverse a nadar por ser aves y no atreverse a volar”.

El peregrino loco calló y el silencio me devolvió el eco de su voz quebrada en la distancia.

Luego, sin volver la vista atrás, siguió caminando en su soledad, como si su confesión no hubiera tenido lugar, como si nunca me hubiera revelado nada.

Me senté en una piedra junto al polvoriento camino y ocultando mi rostro con las manos, me eché a llorar.

3 comentarios:

  1. Quien no hace locuras por amor, nunca amo. El Amor no conoce de limites, ni entiende razones, El amor es un ave en libertad que en pleno vuelo rompe con sus alas lo establecido. El amor simplemente te mueve y te eleva a lo sublime y eterno.

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  2. Así es Anónimo :) Gracias por leerme y por tu comentario. Pienso que si la vida se resumiera en amor, todo sería diferente. Saludos.

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