viernes, 8 de marzo de 2013

Ser mujer en el Siglo XXI


Reflexionar sobre qué es ser mujer en el siglo XXI implica una mezcla de alegrías, tristezas y también de deseos. Esta mezcla permite que podamos oscilar desde los sentimientos más sublimes que alegran el corazón, hasta aquellos que retuercen el hígado por las injusticias que aún, en esta era de tantos avances, se siguen dando.
Un día como hoy  es motivo de alegrías, porque en algunas partes del mundo, gracias a la lucha que por décadas hicieron mujeres valientes y que lograron revolucionar su época histórica, dando incluso su libertad personal y su vida porque las mujeres tuvieran una participación activa en el mundo social, político y económico, hoy muchas mujeres tenemos la posibilidad de aspirar a educarnos en cualquier profesión, a tener un trabajo remunerado, a aspirar a cargos públicos, a vestirnos de la forma que deseamos, a elegir a nuestros gobernantes y a ser elegidas como tales, y a un sin número de derechos que antes, hace poco, muy poco, no podíamos disfrutar.
También en una fecha como hoy, del corazón evocan tristezas, porque,
paralelamente, en esos lugares en donde se ha dado un mínimo de apertura de espacios y en otros en los que no, existen mentes con una gran estrechez neuronal, copadas de ignorancia y de una falsa creencia machista de que los hombres son superiores a las mujeres, y que por tanto, las mujeres debemos supeditarnos  y someternos ante el macho alfa. Lo triste, es que estas constreñidas mentes se encuentran en cargos públicos de diferentes mandos, obstaculizando propiciar que esa igualdad y equidad entre los géneros pueda darse sin reserva alguna. Es por ello que no nos debe extrañar que en países como Panamá, por ejemplo:
-          Exista un mínimo porcentaje de mujeres en cargos de elección popular.
-          Que cuando una mujer víctima de Violencia Doméstica acude a una autoridad para pedir auxilio al ser víctima de un hombre que asumió que tenía derecho a pegarle a su pareja o de violentarla sicológica, económica o sexualmente, las autoridades no asuman el rol por el cual fueron contratados, de velar por la seguridad de todas las personas por igual. Por el contrario, hay constantes denuncias de la negligencia de las autoridades en el manejo de este tipo de casos, porque las mentes machistas de estas autoridades no consideran a la Violencia Doméstica como un delito ni mucho menos un peligro a la integridad de la mujer y la de su familia. Negligencia que conocemos cuando hay una víctima fatal.
-   Que en el 2012 haya habido 3498 casos de violencia doméstica, dejando 34 víctimas fatales,[1] y que a la autoridad panameña, lo único que le preocupa es que según sus estadísticas, hubo una mínima disminución del número de casos, respecto del año 2011, cuando aún si esto fuera cierto, la cifra es altísima para un país como Panamá, y lo que debería preocuparle a la autoridad, es diseñar políticas preventivas en cumplimiento de los Tratados Internacionales que Panamá ha suscrito en esta materia, para erradicar definitivamente este tipo de delitos que es inconcebible en el Siglo XXI.
-   Que en los últimos seis años, las violaciones carnales en perjuicio de las mujeres se hayan incrementado en 335 casos, siendo que en el 2007 se registraron 855 casos, y en 2012 se dieron 1,190 actos[2]. Vale la pena señalar que el 97% de las víctimas de este delito son mujeres.
-    Que las mujeres con una condición distinta a la heterosexual, carezcan de los derechos sociales y civiles que poseen las parejas heterosexuales, viéndose desprotegidas legalmente cuando llegan a su adultez mayor, en lo que respecta a las prestaciones sociales y a sus derechos civiles.
-       Que a las amas de casa no se les reconozca ni moral ni mucho menos de forma remunerada la labor que realizan, a través de la entrega total de sus vidas al servicio del hogar y de la formación de sus familias, las cuales repercutirán en el plano económico y social de los países. La ausencia de políticas en este sentido,  propicia actitudes machistas en la medida en que las amas de casa tienen que depender económicamente de sus parejas, quienes ven en este hecho la posibilidad de vejarlas cuando así lo estimen conveniente. Inclusive, muchas veces, cuando los años llegan y consumen el cuerpo de la mujer que les ha servido toda la vida, las abandonan a su suerte, dejándolas sin hogar, sin servicios y sin ningún tipo de pensión o jubilación que le permita vivir.

-     Que en el 2005, el 67% de la población estudiantil matriculada en la Universidad de Panamá eran mujeres. Y en los niveles de posgrado, el 80% del estudiantado lo constituyen mujeres, no obstante, pese a una mayor preparación del sexo femenino, los puestos de dirección de las mayorías de las instituciones públicas y de las empresas privadas están ocupadas por los hombres.
-   Que los hombres con batas, representantes de la Iglesia Católica en Panamá, opinen, influyan y se opongan a leyes que permiten la posibilidad de que la mujer decida a determinada edad si desea o no esterilizarse, cuando es por todos sabidos, que una de las representaciones más repugnantes del machismo en las regiones rurales, es precisamente que las mujeres no se puedan esterilizar para que los hombres, quienes salen de los campos a  trabajar por largas temporadas, al regresar tengan la evidencia de si su pareja los ha engañado o no, dejando ellos su huella, mediante la fecundación de la mujer, cada vez que regresan a su casa. Situación ésta que permiten que en dichas comunidades, en donde se vive en la precariedad total, las mujeres tengan entre 7 y 9 hijos.  
-     Que no exista una regulación de los contenidos audio – visuales que se publican en los medios de comunicación social, y que dan un reflejo de la mujer como útil sólo para la realización de prácticas sexuales.
-     Que en algunos países africanos y del medio oriente, la mujer siga siendo vista como una cosa, que no tiene ningún derecho.
-   Entre otros.

Ser mujer en el siglo XXI implica también que en un día como hoy podamos germinar los más profundos deseos de que estas tristes realidades puedan ser cambiadas y suprimidas. Y es que como diría Isabel Allende, ya no se puede hacer nada con las mentes de los viejos arcaicos machistas (hombres y mujeres que también las hay), de ellos solo nos queda esperar que se mueran. Pero, lo que si  podemos hacer quienes creemos en que la igualdad de género puede ser posible, es transmitirle un nuevo mensaje a los niños, niñas y jóvenes que empiezan a crecer y a formarse, para que sean esas nuevas generaciones las que en su momento, puedan mejorar las condiciones de hombres y de mujeres por igual, sin discriminación. Pues seguramente, si existiera la visión de ambos en conjunto, este mundo, integrado por una población de un 51% de mujeres y de un 49% de hombres, sería distinto, tendría balance y mayor equilibrio social.
Saludos a todos los hombres y mujeres que día a día, hacen algo, aunque sea lo mínimo para que tengamos igualdad de derechos, todos los días.



[1] Cifras del Ministerio de Seguridad de Panamá.
[2] Cifras del Sistema Nacional Integrado de Estadísticas Criminales (Siec) del Ministerio de Seguridad

1 comentario:

  1. Muy buen artículo. Solamente agregaría que en el siglo xxi es una verguenza que exista el machismo. Y cuando uno ve datos como los que expones, solo podemos afirmar que ha esta humanidad deshumanizada le falta mucho camino por andar.
    Saludos y éxitos.

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