Paredes sin pintar, con dibujos por doquier y con infinidad de cartelones “politiqueros”, ya sea de los grupos estudiantiles que dicen ser políticos; de los aspirantes a la rectoría o a algún otro cargo administrativo dentro de la Universidad.
Kioscos y copiadoras cedidos a los grupos estudiantiles que apoyan a los que dirigen la Universidad, como forma de intercambio para obtener votos o dicho de otro modo, para comprar conciencias.
Cafeterías en condiciones paupérrimas, con alimentos de baja calidad, manipulados insalubremente y sin una dieta balanceada.
Nulo control de asistencia de profesores. Por lo que un porcentaje de estos no asisten a las clases, sin embargo, por ser “amigos políticos” tienen asegurados cargos que sin merecerlos les convierten, inclusive, en catedráticos.
Funcionarios que manejan la parte administrativa de la Universidad, sin modales ni actitud de respeto al estudiantado o a cualquiera persona que solicite información y que pareciera que el propósito de su cargo es el de obstaculizar, más que el de servir.
Bibliotecas sin libros actualizados.
Exigua, por no decir nula, investigación científica en las diferentes áreas y disciplinas del saber que se enseñan en la Universidad. Investigación que de existir pudiera aportar enormemente al desarrollo del país.
Apoyo cero a los estudiantes que con entusiasmo se preparan para competencias internacionales de índole académica, con la finalidad de representar a su Universidad. Lo que los obliga a buscar, por sus medios, las formas de sufragar los gastos de viaje, alimentación y hospedaje en cada una de las referidas competencias.
Toma de decisiones a la luz de la política partidista, separada de todo criterio ceñido a lo que mejor le convenga a la academia.
Planes académicos obsoletos a la realidad que se vive hoy día.
Otorgamiento indiscriminado de permisos para abrir universidades privadas sin programas de estudios serios y sin infraestructura, por lo que algunas dan clases inclusive en estacionamientos de edificios.
Un ambiente de poca esperanza, cultura, academia, seriedad y respeto.
Imposición de una sola idea, la del rector. Razón por la que sino se pueden tomar acciones que vayan de acuerdo a su línea de pensamiento, se modifica el Estatuto Universitario, las veces que sea necesario, tal como ocurrió recientemente, cuando cambió la disposición que impedía su reelección. O bien, si existen opiniones disidentes provenientes de los académicos serios que subsisten en la Universidad, se les acosa laboralmente o se les despide.
Esa no es la Universidad de Panamá, sino la Universidad del Rector Cuasi - Vitalicio que tiene secuestrada a dicha entidad desde el año 1994. Universidad que representa la única opción de un sector de la población que cuenta con pocos recursos económicos, pero que tiene interés en superarse y prepararse y, bajo esa premisa, acuden ilusionados a la casa de estudios del pueblo panameño. Sin embargo, lo que se encuentra es desidia, indiferencia y los intereses particulares de quien dirige dicha institución, intereses que nulifican lo académico.
Estas realidades – a diferencia de lo que afirman los manzanillos del rector que opinan en los diferentes medios de comunicación social, al indicar que quienes afirman las falencias de la Universidad de Panamá lo hacen con la intención de desprestigiar dicha institución y que son falsas afirmaciones - nadie me las contó, lamentablemente tuve que vivirlas en mi paso por la Universidad de Panamá. No obstante, en ese entonces tuve oportunidad de tener profesores con vocación y amor por la docencia que orientaban acerca de lo que estaba ocurriendo. Profesores que para desgracia de los estudiantes, hoy día la mayoría no laboran en la Universidad de Panamá, entre otras razones porque el profesionalismo no es lo valorado en la principal casa de estudios superiores de Panamá. Por ello, me da tristeza y mucho coraje el leer la noticia publicada, recientemente, en los diarios panameños en la que se indica que el sí a la reelección del cargo a rector y otros puestos administrativos ganó en medio de denuncias por supuestos vicios del proceso electoral, pues con esto se extiende la posibilidad del continuismo de la mediocridad en lo que se respecta a lo académico y que por ende que se traspasa al desarrollo profesional del país.
Sin duda alguna considero que el responsable no es solo el rector cuasi – vitalicio, sino todos aquellos profesores, administrativos y estudiantes que dejan comprar sus conciencias olvidándose de que la Casa de Estudios de Méndez Pereira, no es una caja chica que sirve para dar satisfacción a los intereses particulares que cada quién tenga, sino que por el contrario su misión es la de ser una Institución de referencia regional en educación superior, basada en valores, formadora de profesionales emprendedores, íntegros, con conciencia social y pensamiento crítico; generadora de conocimiento innovador a través de la docencia, la investigación pertinente, la extensión, la producción y servicios, a fin de crear iniciativas para el desarrollo nacional, que contribuyan a erradicar la pobreza y mejorar la calidad de la vida de la población panameña.
Misión que desde hace muchos años ha dejado de cumplir, no solo bajo la complicidad de los que internamente intervienen en la Universidad, sino también bajo la complicidad de todo un país que le da la espalda a esta institución, sin darse cuenta que al hacerlo no solo se le da la espalda a la Universidad, sino al desarrollo y progreso de Panamá.
Creo que hay personas con mayores aptitudes intelectuales, académicas y con mejores principios que pueden liderar a la Universidad de Panamá y que la saquen del abismo en la que se encuentra y que se refleja en todo el país, de modo que vuelva a ser una institución de referencia regional.
Ojalá esta entrada hubiera sido para tirarle flores a la Universidad de Panamá, pues la verdad es que más que coraje me da tristeza tener que reconocer la situación en la que se encuentra mi alma máter. No obstante, la realidad es otra y sentía que no podía quedarme callada ante esta cruz empezada en 1994 y que parece no terminar.
Nelva:
ResponderEliminarMuy buena descripción de lo que ocurre en la UP, la cual es decepcionante para todos aquellos que nos esforzábamos y que buscábamos los medios para encontrar lo mejor que en ese entonces podía ofrecer la UP, concretamente la Fac. de Derecho. Teniendo materias en todos los turnos para obtener las clases con los mejores profesores. Y tratábamos de organizar seminarios y concursos académicos, ya que la UP no lo hacía.
Me alegra que digas con valentía lo que vivimos muchos estudiantes dentro de la UP y no te quedes callada, más viniendo de tí que siempre tuvo interés en exaltar lo académico de una forma muy activa, representando a la UP internacionalmente y regalándole éxitos y sobre todo que siempre tuvo como meta poder integrar el cuerpo docente para desde allí motivar cambios sustanciales.
Ojalá que pronto se libere a la UP y que cuando te corresponda, puedan valorar tú profesionalismo, así como el de muchos compañeros que teníamos ese mismo sueño de enseñar.
Un abrazo con cariño y la acostumbrada admiración que te he tenido.
R.N. González.
Compañero de generación.
Gracias R.N. González, por tus palabras motivadoras.
ResponderEliminarMe da gusto leerte. Y espero que también tú esfuerzo y profesionalismo sea valorado y reconocido.
Saludos cordiales.