martes, 4 de diciembre de 2018

La violencia contra la mujer, siempre se justifica


¡Si no abres la puerta, la abro yo! ¡Muévete! Deja que te agarre. Gritó Ricardo tantas veces como pudo, mientras golpeaba con una fuerza bestial la plancha de madera con seguro y doble picaporte que le separaba de Anita.
Del otro lado de la puerta, se encontraba ella, con los ojos hinchados como melones, con la piel trémula, el corazón que caminaba a grandes prisas y con una oración del divino niño, aferrada a la mano.
Luego de una hora de zozobra, hubo un silencio sepulcral. Anita giró la cerradura con la suavidad de una seda y horrorizada observó los añicos en que había quedado la primera plancha de plywood de la puerta de su recámara. Mientras sus lágrimas brotaban, porque sabía que pudo ser ella, vio el cuerpo del verdugo tirado en el suelo, con un profundo olor etílico.
Anita partió al trabajo de su madre para contarle lo que había ocurrido esta vez. Indignada y resignada por lo sucedido, dijo: el alcohol lo vuelve loco, pero es tu hermano.
_________________
Este micro relato fue
escrito hace más de un año, para un proyecto en el que participé, del cual se seleccionó otro. Sin embargo, lo recordé en estos días en que estábamos conmemorando el mes de la no violencia contra la mujer y escuchaba una historia similar.

Quise compartirlo, porque usualmente, se concibe la violencia solo en las relaciones de pareja, no obstante, también existe la violencia contra la mujer en el ámbito doméstico, en relaciones entre padres y madres frente a los hijos e hijas o viceversa y también entre hermanos y hermanas. Y resulta interesante, porque en estos casos la víctima padece doble violencia, por acción y por omisión de dos personas distintas. 

Sin duda que la violencia hacia la mujer no se puede ni se debe permitir en ninguna circunstancia y no hay nada que la justifique, ni siquiera los lazos de consanguinidad, que socialmente pesan tanto, y que, por ellos,  no solo ponen en riesgo a la víctima, sino que muchas veces, el resto de la familia concibe a esa víctima (cuando es mujer) como la causante y provocadora, poniéndose en contra de la misma y justificando al agresor. 

Así como se han dedicado esfuerzos en deconstruir las relaciones de pareja malsanas, también toca hacer esfuerzos para deconstuir relaciones familiares mal sanas, en donde muchas veces frases como "Es mi hijo" o "Es tu hermano" o "Es tu padre" pesan más que  las heridas físicas o emocionales que día con día ocurren en el seno familiar. 

Familia es quien te respeta, quien no te agrede, quien te acompaña y quien te apoya, si esto no existe entre tus familiares, por más que lleven la misma sangre, no puede considerarse familia. Y ningún acto violento realizado por un familiar se puede justificar.  Que niños y niñas sepan esto, evitaría que hayan tantos casos de maltrato contra menores y casos de abusos sexuales contra menores en las fiscalías, los cuales van en aumento y muchas veces llegan cuando se han hecho daños físicos y emocionales gravísimos a menores, perpetrados por padres, hermanos u otros familiares. Daños que muchas veces son irreversibles en el desarrollo de la persona. 

#YoDigoBasta #Metoo #NoALaViolenciaContralasMujeres 

1 comentario:

  1. Muy buena y valiente reflexión.

    Hay espacios y personas en la vida social que son concebidos como sagrados a los cuales no se les puede cuestionar. La familia es una de esas instituciones. El ideal es que sea el espacio que nos protege, a través de sus integrantes, pero no siempre es así....Yo fui víctima de violencia en mi hogar. Y toda la familia se me vino en contra, porque yo quien era abusada de muchas formas, alcé la voz y dije basta. Cargué con culpa por muchos años, sin saber porqué. Hoy con más claridad. entiendo que también merezco respeto y que si no denunciaba mi integridad seguiría siendo pisoteada y lastimada.

    Gracias por la paz que me producen sus palabras. La admiro.

    ResponderEliminar