Océano de cristalinos óvalos
brotan sin avisar
irrumpiendo la paz aparente
que digo disfrutar.
En segundos enrojecen
el lugar de donde emergen
dejando rastros de sus pasos
y marchitando mi mirar.
En ocasiones me pregunto
¿Cuándo se agotará su fuente?
Y es entonces cuando entiendo
que dicho instante llegará, sólo,
cuando no haya tristeza que limpiar.
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