Testigo
perenne y holográfico
de tus
intermitentes pasos,
colmados del
tufo aromático
del
constante desdén,
que olvidé en tus brazos.
Guardián sigiloso y estático
de tus
sueños más bastos,
llenos del
sabor enigmático
del
inimaginable edén,
que ansiaron mis manos.
Celador paciente y épico
de tus
anhelos, tan escasos,
atisbados
del pánico escénico
al
inaguantable harén
que controla
tus espacios.
Colgajo de pared, caucásico
de tantas ausencias
y desvelos,
saturados del
deseo romántico
del
invaluable tiempo, amén,
de dos supuestos
enamorados.
Tantito triste, pero muy bonito poema.
ResponderEliminar