Mostrando entradas con la etiqueta Anécdotas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Anécdotas. Mostrar todas las entradas

viernes, 27 de diciembre de 2019

Cortando estereotipos


Crecer en una sociedad machista y vivir bajo conceptos de lo que debe ser una mujer y de cómo debe comportarse ha permeado mi vida, así como sé que ha moldeado la vida de otras mujeres. Es increíble como desde cosas tan básicas tenemos que actuar, sentir y pensar conforme a la expectativa de los demás, pudiendo ser estos hombres o mujeres, pero, con independencia de quién sea,  ese modelo y esa construcción se ha realizado – directa o indirectamente – en función de complacer el ojo de los varones, porque han sido ellos quienes han definido los cánones de nuestro mundo, incluyendo el significado de lo que es ser mujer.

Pese a ello, cuando las mujeres develamos estas construcciones forzadas, nos revelamos de muchas formas, con pequeños actos y resistencias que hacemos tanto en lo individual como en lo colectivo. En el ámbito de nuestra vida privada y también de nuestra vida pública.

En esta entrada, quiero compartirles una de esas resistencias que he tenido durante muchos años, pensando que era vivida sin mayores contratiempos. Pero, hoy, con una decisión que he tomado

martes, 14 de diciembre de 2010

Anécdota.

¡Shhhh! No hagas ruido – Me dijo en voz baja y con el dedito índice en sus labios, una niña de tres años que se encontraba junto a un perro callejero dormido, al escuchar mi voz–.

¿Por qué? – Le pregunté extrañada –.

El perro está dormido, puedes despertarlo – Respondió –.

Ante su simple respuesta, pero tan llena de valores no pude más que sonreír, enternecerme y luego reflexionar que si todos fuéramos como niños seguramente estaríamos más pendientes de los demás seres vivos, los respetaríamos y procuraríamos más, pues los niños, libres de todo prejuicio forjado por la sociedad, no distinguen por razones de raza, sexo, clase social y en ocasiones ni siquiera por tipo de ser vivo.

Ejemplo de ello, la anécdota que les comparto, en donde se refleja que esta niña, a sus tres años de edad, tiene muy claro que el descanso del otro se debe respetar, sin importar si es un ser humano o un animalito.

En experiencias tan comunes como esta, a veces por la prisa en la que conducimos nuestras vidas ó por la alta tolerancia e insensibilidad que hemos desarrollado frente a los demás seres vivos, al ser testigos de hechos poco humanos o injustos y acostumbrarnos a que son situaciones normales, hacen que como en mi anécdota, no veamos al perro dormido, no lo respetemos ni mucho menos lo procuremos. Pero así como en este caso fue un perro, en su lugar puede estar otro animalito o un ser humano, ya sea que nos es extraño o inclusive alguien muy cercano.