El fuerte y alegre sonido de las trompetas es el eco que se va apoderando de todo el área corpórea de los panameños y panameñas, quienes – en el lugar donde se encuentren – saben que es el anuncio que esperaron durante un año, el cual indica que se da inicio a la fiesta, tradicionalmente, más importante de sus vidas.
La fuerza que transmite este instrumento musical permite que cada soplo que realiza su músico operante sea transmitido, a través de ondas, a miles de cuerpos que al recibirlas paralizan toda actividad rutinaria posible, porque ante su sonido el cuerpo no puede hacer cosa distinta que vibrar y desfilar tras ellas, siguiéndolas mediante el movimiento que el cuerpo sea capaz de realizar.
Para un grupo particular de panameños, a quienes se les conoce como tableños, y más específico aún, los de la tuna (ó comparsa) de Calle Arriba de Las Tablas, el sonido de las trompetas carece de toda abstracción, pues con sólo escucharlo se entiende un lenguaje muy particular que al instante queda decodificado. Así, cuando de la Calle de La Bolívar, en Las Tablas, se escucha el primer sonido de las trompetas, la piel de este distinguido y selecto grupo se enchina y se vuelve de gallina y todos al unísono comprenden y cantan al ritmo de este instrumento fundamental para el carnaval, que en ocasiones parece hablar por sí solo, la tonada que marca la pauta del inicio del carnaval: “Sale Calle Arriba que belleza, sale parrandeando con honor…”.
El canto de esta tonada va acompañado de rostros que denotan el orgullo, la alegría y el honor que se siente ser Calle Arriba de Las Tablas, pues la melodía que retumba en los corazones de los distinguidos ciudadanos se retransmite por medio de la inmensa sonrisa que se forma en sus semblantes y de los ademanes que con fuerza tratan de expresar y confirmar esa mística particular que genera orgullo y que distingue a la gente de la Calle Arriba de Las Tablas.
Como apoyo a las trompetas, se escucha, aún con más fuerza, el sonido del trombón el cual sostiene, remarca y le da vida a la tonada que el pentagrama consume al tocarla.
La fuerza del trombón, se puede relacionar con la fuerza de supervivencia que tienen las cucarachas, pues así como éstas resisten a todo insecticida, clima, terreno y seres que se dicen triunfadores al “matarlas”, el trombón prevalece y siempre se escucha por encima de todo ruido que quiera opacarlo. Lo que hace que el trombón, así como a las cucarachas sea imposible exterminarles, por ello, a la tuna contraria, la de Calle Abajo de Las Tablas, los de la Calle Arriba le agradecen el que le hayan puesto el calificativo de cucarachas porque, pese a todo lo que echen o saquen, siempre las cucarachas de Calle Arriba de Las Tablas salen y saldrán vencedoras y mejor aún, más resistentes.
Dándole paso al arte, con ejecuciones magistrales se escucha entre las fuertes trompetas y los trombones, un sonido más sutil y elegante que invita a los oyentes a abstraerse y a aplaudir la melodía que producen los saxofones, ya que con un armonioso juego de notas musicales nos demuestra que además del relajo, “la mojadera” y el desorden, el carnaval es arte, el cual se refleja en las hermosas creaciones de artistas panameños, quienes – mayoritariamente – de forma artesanal, diseñan y confeccionan carros alegóricos, disfraces, polleras (traje típico de la mujer panameña), joyas y accesorios de una manera admirable. Estos genios del diseño y la confección generalmente pasan desapercibidos, porque los partícipes del carnaval sólo ven el resultado de un año previo de arduo trabajo, para ofrecer lo más vistoso, estéticamente bello y lujoso que se pueda. Entre estos artistas vale la pena mencionar al genio de Calle Arriba de Las Tablas: Horacio Prado, quien año tras año muestra la fidelidad que tiene por su tuna, presentando trabajos que se piensan insuperables hasta que se conocen los del nuevo carnaval. Gracias a él, la gente distinguida de Calle Arriba de Las Tablas, e incluso los de la tuna contraria, no pueden escaparse de vivir cuatro días de fantasía envueltos en cada uno de los temas de sus magistrales creaciones.
A la par del sonido producido por los instrumentos de viento se escuchan dando tempo, ritmo y sabrosura, los instrumentos de percusión: timbales, bombo, platillos, churuca y campana.
Dichos instrumentos necesarios para marcar el ritmo, recuerdan la importancia de los carnavales para los panameños y la necesidad de los mismos para los tableños, tanto los que lo son por nacimiento, por el derecho de sangre, como para los auto – naturalizados como tales. Pues el carnaval, de la forma como se viva, expresa la necesidad del ser humano de divertirse, esparcirse y liberarse de las tensiones que día a día se adquieren por diversos motivos. Es un tiempo de liberación que se entiende, perfectamente como temporal, pero necesario para seguir avanzando con fuerza y con menos cargas, lo que permite que la vida sea más liviana y menos pesada.
La conjunción de los instrumentos de viento y de percusión permite escuchar armónicamente a la murga (nombre como se le conoce a esta unión de instrumentos). Y es esa armonía la que, pese al agotamiento físico producto del sol o el cansancio de varios días de estar sin dormir lo necesario o por estar de pie tantas horas seguidas, permiten que al escucharla, los pies se empiecen a mover casi por inercia y que todo el cuerpo de manera involuntaria o en automático se zarandee al son que produzca la murga.
Aunado a la armonía musical, en el carnaval se vive una armonía social, porque si bien se paraliza todo un país con su llegada, éste no escapa de la sociedad, por ello, en medio del gozo de estos cuatro días conviven armónicamente todas las clases sociales, sexos, preferencias sexuales o de género e ideas políticas. Y si bien, como en toda sociedad hay incidentes y personas amigas de lo ajeno, éstas son las menos y por más que sus actos nos produzcan sentimientos negativos, estos duran poco, porque la armónica melodía de la murga y del ambiente del carnaval prevalece.
En este ambiente se desarrollan cuatro días de largas jornadas de fiesta y jolgorio, en donde nada duele ni incomoda, pues en esa época cobra sentido y se materializa el adagio: La vida es un carnaval.
El carnaval tableño da inicio a su jornada diurna a las 10:00 a.m. y termina a las 4: 00 p.m. y su jornada nocturna comienza a las 9:00 p.m. para finalizar a las 4:00 a.m. Durante estas jornadas se presenta la belleza de la mujer panameña, de todas las edades, en los carros alegóricos, portando lujosos disfraces y el último día, vistiendo el traje típico de la región: la pollera; paralelamente, los miles de visitantes transitan, desfilan, saltan y bailan casi en automático y contra todo pronóstico de posible resistencia. Su pila está diseñada para agotarse en cuatro días consecutivos, no obstante, tras la finalización del carnaval se puede vislumbrar el paso lento y, ahora sí, adolorido de almas en pena con las caras tristes y largas por su culminación.
Esta tristeza es más sufrida por quienes pertenecen o tienen alguna afición por alguna de las tunas o comparsas, porque además de la celebración que se vivió, con el término del carnaval se ve consumado el esfuerzo del trabajo de un año en donde en el caso del carnaval tableño, el cual pese a ser el más famoso y el que más gente recibe no obtiene apoyo de ninguna autoridad, implica organización de actividades para recaudar aproximadamente medio millón de dólares que es lo que cuesta realizar el diseño y confección de vestuario, creación de las tonadas, consecución de las reinas y damas del carnaval, contrato de la murga, accesorios o suvenires, diseño y confección de los carros alegóricos, fuegos artificiales, mano de obra, permisos, etc.
Es por esta razón que cada “tunante” en el caso por ejemplo – de La Calle Arriba de Las Tablas – que es una tuna de mística y tradición, por mucho o poco que colabore siente orgullo de ver el resultado de lo que se presenta, pues es producto de un trabajo titánico y en equipo para ofrecer a propios y visitantes lo mejor de un pueblo que abre sus puertas para hacerlos sentir como en casa, ofreciéndoles a las visitas lo mejor de sí.
Por eso, al triunfar un año más en el Parque Porras de Las tablas, las distinguidas cucarachas, al son de la murga, no pueden más que decir con la mano en el corazón y con la frente altiva: “Calle Arriba soy, calle arriba soy, calle arriba soy.” Y algunos inclusive, con lágrimas en los ojos, por la satisfacción del deber cumplido y por la convicción de que terminado el carnaval hay que empezar a trabajar para el próximo, de modo que así Calle Arriba de Las Tablas, supere a Calle Arriba de Las Tablas, se despiden cantando el miércoles de ceniza, día donde se entierran a las sardinas perdedoras y se celebra el triunfo indiscutible de la Calle Arriba de Las tablas:
Siento que siempre daré
a Calle Arriba que es la tuna mejor,
todo mi canto saloma y alegría,
toda mi vida todo mi corazón.
Dedicado a mis amigos: las distinguidas cucarachas de Calle Arriba de Las Tablas y por supuesto a mis queridos amigos de la tuna contraria. Gracias a su compañía el carnaval es más sabroso, porque en medio de esta fiesta, hablamos el mismo lenguaje y vemos la importancia de mantener una de las pocas tradiciones que más identifican al panameño: el Carnaval.
Me encanta como escribes.
ResponderEliminarMary, le quedo estupendo, tengo que enviarselo a los de Calle Arriba. Muy bonito. Mis reinitas se ven lindas. La quiere Nelva.
ResponderEliminarJooo, hasta que me "despeluqué". Hermoso y para los que apoyamos todo el año y vamos a Las Tablas con el fin de defender a la Calle Arriba, más.
ResponderEliminarEduardo Chandeck.
Ya estaba esperando este escrito, tu sobrina se ve preciosa.
ResponderEliminarSólo faltó una foto tuya.
Un abrazo Emy
Nelva: sin ser de Calle Arriba de Las Tablas, puedo identificarme con los sentimientos que describes en este escrito; me “espeluco” de la emoción, hasta puedo escuchar esos instrumentos que identifican nuestra música de carnaval. Algún día espero escaparme de mi querido pueblo penonomeño para experimentar lo que tan magistralmente has descrito. Bella la reina de Calle Arriba y bella tú sobrina, así que empieza a ahorrar porque ya le han insertado el microchip de ser reina de Calle Arriba y ahora no va ver quien la baje de ese carro alegórico.
ResponderEliminarUn abrazo,
M.T
Amigos, gracias por sus comentarios.
ResponderEliminarIng. Marcela, en el próximo carnaval que yo pueda asistir a Las Tablas, la invito para que tenga la oportunidad de conocer cómo se vive la tradición del carnaval tableño.
Sin duda que Athenas tiene el chip incorporado, esa niña estaba realmente feliz en su carro, hasta sin música bailaba. Hay que trabajar bastante jajajaja.
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