El cumplimiento de un sueño

Tucu tuc, tucu tuc, tucu tuc, tucu tuc. Mi corazón acelerado es el más fiel reflejo de la emoción, los nervios y todo cuanto se suscita en mi interior en este momento. ¿La razón? Estoy próxima a culminar un sueño que se empezó a gestar desde los primeros días de la licenciatura: La realización de una maestría en una buena universidad, fuera de Panamá.

Una serie de recuerdos pululan en mi memoria, remembrando acciones y omisiones que contribuyeron a que hoy día pueda vivir este momento.

Entre las acciones, repaso, como si fuera hoy, las noches en las que llegaba cansada del trabajo de pasante que tenía en ese entonces, ya que luego de concluir la marcha que mis pasos daban bajo el intenso sol y la a veces incesante lluvia de mi querido Panamá, tenía que leer y estudiar los voluptuosos manojos de hojas de algunas de las ramas del Derecho o bien tenía que poner mis neuronas a desarrollar algún trabajo de investigación para mis clases de licenciatura.

Yo, cansada y con más ganas de arrojarme a los brazos de Morfeo, que al estudio de las leyes panameñas, me decía una y otra vez: Tienes un objetivo que no es inmediato ni efímero, sino que es un objetivo de vida que va más allá de un título, pero para alcanzarlo requieres pasar por el título y por tener un buen índice académico que te permita llegar, por ello sigue, tú puedes. Ó, cuando se daban las tres de la mañana y no había terminado mis tareas para las clases que daban inicio a las siete de la mañana, buscaba - en medio del silencio de mi recámara - las palabras necesarias para continuar y animarme, por lo que invocaba los dichos de mi querida abuela: ¡Aplómese cuchi, usted puede, ya casi acaba! De lo primero, hoy día sé que si pude. De lo de ya casi acaba, aún tengo mis dudas, porque el camino en mi preparación se extiende.

Hoy la emoción me embarga, porque sé que mi esfuerzo personal, de constancia, paciencia y perseverancia, para que, además de aprovechar los conocimientos que me impartían, pudiera conseguir un índice académico que superara el equivalente a 8, de modo que así tuviera la oportunidad de entrar a una buena Universidad fuera de Panamá; sumado a la lucha permanente de mi madre, quien siempre “batalló”, para que pese a las vicisitudes no me faltara nada y así que pudiera terminar mi licenciatura, dieron resultados. Hoy la vida me permite ver el resultado de la suma de los esfuerzos, razón por la que me siento satisfecha, feliz y orgullosa conmigo misma. Tan orgullosa como tal vez pocas veces me he sentido.

El camino no ha sido fácil, pero siempre por más difícil que fue encontré el auxilio del Ser en el que creo en cada mano amiga, en cada puerta abierta e incluso en aquella puerta que se me cerró cuando fue necesario.

(Escrito el 26 de enero de 2011, mientras esperaba la renovación de mi FM3 en Migración, México D.F.)

----- o -----

Una hoja de mi agenda es mi mejor aliada en este momento. Con un ganchito o una palomita corroboro que todo esté listo: Presentación de power point, revisada por vez No. 1000; proyector solicitado; computadora lista; un ejemplar de mi tesis; y el repaso de ciertos datos que requieren precisión y exactitud. Llegó el día y la hora de mi examen de grado.

Pese a los nervios previos hoy me siento tranquila, lo cual me pareció muy extraño en un principio, no obstante recuerdo que mis amigos de siempre, aquellos a quienes hice la solicitud para que me enviaran sus buenas vibras a través de oraciones a sus Dioses, pensamientos o deseos positivos, con la finalidad de que me permitieran sentir tranquilidad, fue realizada y surtió el efecto deseado, ya que en este momento tan importante para mí sentí una paz muy particular que me permitió disfrutar y gozar de ese único momento.

Fueron dos horas de diálogo entre mi sínodo (jurado) y yo. El resultado podía ser de tres tipos: aprobada, no aprobada y/o aprobada con mención honorífica. Tuve la dicha de recibir esta última y así dar por concluido este objetivo académico, con la protesta bajo palabra de honor de que al ejercer la maestría buscaré contribuir al conocimiento y la divulgación del quehacer científico y a promover los procesos de cambio que la sociedad emprenda, como profesional en beneficio de las mayorías.

Hoy siento que ha valido la pena todo lo que he vivido, lo difícil y lo fácil, lo triste y lo alegre, los momentos de estrés y aquellos de tranquilidad, aquello a lo que he renunciado y aquello a lo que me he aferrado, todo, absolutamente todo ha valido la pena porque la satisfacción que siento es tan grande que no cabe en los cincuenta y un kilos de hueso y piel que conforman mi cuerpo.

Con el estudio de esta maestría he tenido la oportunidad de abrir mi mente a nuevos horizontes, en donde no existen fronteras ni límites de pensamiento impuestos por las leyes o por los seres humanos, lo que me ha permitido empezar el largo camino de forjarme autoconsciente, tanto de mi misma como de mi entorno. Esta autoconciencia si bien no me va permitir cambiar todo cuanto ocurre en el mundo con lo que no estoy de acuerdo, me genera la posibilidad de comprender el por qué el mundo gira de un modo, comprender mi rol y desde allí hacer, siempre con una visión crítica y en pro de un deseo de construir nuevas y mejores cosas. La UNAM me ha ofrecido esa oportunidad a través de la lectura de autores que han comprendido desde hace mucho tiempo atrás lo que yo apenas empiezo a ver.

Además, el estar en un país tan diferente a Panamá me ha permitido complementar todo cuanto he aprendido académicamente con el conocimiento de otra cultura que posee una riqueza invaluable. Aunado a esto he tenido la oportunidad de descubrirme en facetas que no conocía porque no había tenido la necesidad de vivirlas estando bajo la cobija de la familia, de mi país de origen y teniendo la cercanía de las amistades, lo que ha hecho que mi experiencia académica se vea sumamente enriquecida.

Culminó una etapa en mi vida y comparto mi alegría con ustedes, quienes me han acompañado en este proceso, leyéndome y dándome sus comentarios.

(Escrito el 2 de febrero de 2011. Día del examen de grado).

----- o -----

A continuación copio textualmente la dedicatoria plasmada en mi tesis, pues este sueño fue realizado gracias a la motivación y el apoyo de varias personas que estuvieron a mí lado:

A mi madre, Nelva Reyes Barahona, quien desde niña me inculcó la importancia de prepararme y superarme a mí misma, con la finalidad de tener más y mejores herramientas para enfrentar las mil y una batallas que hay que librar en la vida diaria. Gracias a su lucha constante y a sus enseñanzas hoy disfruto de este logro académico.

A mi abuela, Pastora Barahona, quien con sus dichos y frases regionales me regala la posibilidad de disfrutar de su infinita sabiduría y siempre me motiva a seguir y a crecer.

A la memoria de mi tío Herasto Reyes, mi modelo de ser humano, mi ejemplo a seguir.

A mi amiga y compañera Leslie Gómez, pienso que sin tú apoyo en estos dos años no lo hubiera logrado. Gracias por motivarme a iniciar este sueño que hoy se concreta y por tenderme la mano, para auxiliarme, cada vez que lo necesité.

A mis demás familiares, amigos y amigas, para quienes la distancia no ha sido una barrera que nos impida seguir acompañándonos, apoyándonos y compartiendo todo aquello que se suscita en nuestro andar por la vida.