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miércoles, 27 de abril de 2011

Memorias de un árbol vecino

Hace treinta años vi cuando tus padres te trajeron en brazos. ¡Me emocioné! Porque ya no sería el único infante del barrio que empezaba a cimentar sus raíces en la tierra.
Varias veces agité mis extremidades para refrescarte, cuando cansado de los dinámicos juegos que tenías con tus amiguitos, el sol te agobiaba y te quemaba.
Actué de sostén cada vez que querías dejar tú bicicleta recostada, mientras te plantabas largas horas  a conversar con tus adolescentes cuates.
Te presté mis manos y mi cuerpo para cubrirte y servirte de celestino, cuando quisiste darle el primer beso a la señorita del departamento C 605, de modo que no te vieran tus padres, pero sobre todo, para que no te vislumbrara su sobreprotectora madre.
Te ofrecí sombra cuando adquiriste tú primer carro, para que cada vez que entraras en él, lo sintieras fresco y agradable.
Me llené de alegría cuando vi tú primer retoño, porque pensé que así como cuando yo tengo los míos, tú vida estaría más colorida, más bonita y más feliz.
Pero, una tristeza invadió mi tronco cuando días después de que

viernes, 22 de abril de 2011

Breve reflexión del paradójico 22 de abril de 2011.

Día de la tierra y día en que un porcentaje de la población – la cristiana – recuerda la crucifixión de Jesucristo.  Paradójica coincidencia, sobre todo cuando hay lugares, como en el que me encuentro, en donde los árboles han perdido su verdor, tornándose “chocolatosos”, en donde el cielo cada vez es más gris y en donde son contados los días en los cuales los hermosos colores del atardecer se pueden vislumbrar y disfrutar. Y, por otro lado, donde a diario hay un sin número de muertes gracias a las absurdas políticas y decisiones de un par de individuos, supuestamente divididos en dos bandos, que luchan entre sí - movidos por el dinero - con un odio acérrimo e irracional, dejando a su paso víctimas – humanas – que son consideradas daños colaterales.
Día sin duda de reflexión, no tanto en los pecados y en la culpa, como las iglesias en su afán de controlar los cuerpos, constantemente nos invitan a recordar, sino en el mensaje de amor y de vida que Jesús quiso transmitirnos desde el primero hasta el último de sus días, y que constituye el mensaje más incomprendido de la historia. Mensaje que además, con el gran daño que le hacemos a la tierra que Dios nos entregó intacta, cada día nuestra vida y la posibilidad de vivirla en un ambiente acorde a ese mensaje de amor, se encuentra en más riesgo, en más peligro.