¿Alguna vez han escuchado a alguien que ha realizado una acción en favor de otra persona y expresa lo siguiente: Ni las gracias me dio ó es un mal agradecido?
La gratitud o el ser agradecido es un sentimiento que implica una correspondencia al favor o beneficio que alguien ha hecho por nosotros en algún momento. Y esa correspondencia puede ir desde algo tal vez complejo, dependiendo de las circunstancias, como por ejemplo: hacer algún favor especial en un momento en que la persona o personas que nos lo han hecho antes, lo requieren o necesiten; o bien, puede ir hasta algo más simple como expresar sencillamente: gracias, en correspondencia a cuestiones que pueden ser de la cotidianidad como que alguien nos abra la puerta, nos ofrezcan un desayuno, nos cedan el paso, entre otras.
Que diferente se siente cederle el paso a alguien, por ejemplo, y que en vez de dar las gracias la persona corresponda con una cara seria o incluso, en ocasiones de enojada. O que le ofrezcas el desayuno a una persona y simplemente lo rechace sin siquiera dar las gracias. Seguramente, quedarán pocas ganas de hacer algo por esa persona en el futuro.
Y es que la gratitud, como todos los valores es algo que se transmite como un efecto dominó o en cadena, por tanto, la práctica continua de los valores se contagia a otras personas y así sucesivamente.
Sin embargo, hoy día vemos como este valor, tan simple se ha convertido en algo tan complejo que en muchos casos se ha nulificado.
En mi caso particular, guardo muchos recuerdos de personas que han sido amables y generosas conmigo, por ende no me pasaría por la cabeza hacer algo que no correspondiera a esa generosidad, pues de lo contrario, me sentiría como mal agradecida. No obstante, me cuestiono cómo personas que han tenido la misma experiencia que yo, de la noche a la mañana pueden olvidarse de todos los beneficios que han obtenido de una u otra persona y simplemente no importarles nada o incluso ser hasta desleales e inescrupulosas.
Sin duda este tipo de personas suelen tener características de soberbia elevada, porque piensan que quien hizo tal o cual cosa en su beneficio tenía la obligación de hacerlo o inclusive podrían decir que no le pidieron a nadie que hicieran tal o cual favor en su beneficio.
Ciertamente puede ser que concurran uno o ambos de estos casos, pero esa persona a quien uno está tratando o debería corresponderle, por cuestiones de educación elemental, es un ser humano que seguramente se sentiría mejor si correspondiéramos con un simple gracias. Y, nosotros mismos, sin duda alguna nos sentiríamos mejor, porque como bien dice el dicho “que bien se siente, tratar a la gente como gente”.
Además, sin miedo a equivocarme, al decir gracias seguramente se dibujará una sonrisa en nuestro rostro y así seremos recordados, por tanto al final tiene más beneficios para nosotros el ser agradecidos, que para con quienes lo somos. Porque además de hacer sentir bien a los demás, nos ayuda a sentirnos mejor nosotros mismos, nos abre puertas, transmitimos este valor a otras generaciones y concatenadamente se practican otros valores como la lealtad, la cortesía, la solidaridad, entre otros. Por todo lo anterior, les invito a no dejar morir esta práctica.
En Panamá algunas personas se resisten debido a que se les mira como un extraterrestre al momento de decir gracias. Pero aún se practica a pesar de todo.
ResponderEliminaromega
Gracias Omega por tú comentario.
ResponderEliminarY sí, en ocasiones - al agradecer - se nos mira como bicho extraño.
Sin embargo, pienso que muy pese a los demás, debemos practicar y no dejar morir los buenos modales, entre ellos el ser agradecido.
Saludos!