Tú, que en noches come estas
vacías,
húmedas e incompletas,
zumbarías
con ansias de mimo
por liberar
lo que retas.
Tú, que siempre te encuentras
apasionada,
álgida e inquieta,
aguardando
el instante mínimo
de montarte a
cuestas.
Tú, que continuamente trabajas
afanosa, diáfana
y discreta,
transmitiendo
el vivo ánimo
de los niños
y sus jetas.
Tú, que rara vez te levantas
silente,
agobiada y muerta,
te marchaste
con su himno
de negaciones
y vetas.
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