Los seres humanos somos cambiantes. Si no cambiáramos, nos habríamos conformado con un estado de confort.
Sin embargo, hay principios y
valores fundamentales, que en función de la integridad, deberían mantenerse
intactos, si realmente eran y son parte de nuestro ser.
Algunos de ellos: La honestidad,
la sinceridad, la transparencia, el amor, la amistad, la lealtad, la fidelidad,
el respeto, la responsabilidad, por mencionar algunos.
En mis un poco más de tres
décadas de vida, he conocido a mucha gente y de mi relación con la gente he
aprendido, que nadie cambia a nadie.
Cuando una persona actúa de manera
distinta a lo que nos era conocido y con lo cual teníamos puntos en comunes, simplemente
es porque esa era su verdadera esencia, pues en nuestra interacción, no le
habíamos conocido completamente. Ese cambio de actuar puede ser tanto positivo,
como también puede ser negativo.
Cuando es positivo, nos sentimos
alegres (...)
de que una persona X haya podido encontrarse consigo misma y transmitirse a otros y a otras de forma muy positiva. Sin embargo, cuando es negativo, hay confusión, decepción, sentimiento de engaño y sobre todo de deslealtad para con quienes le conocen.
de que una persona X haya podido encontrarse consigo misma y transmitirse a otros y a otras de forma muy positiva. Sin embargo, cuando es negativo, hay confusión, decepción, sentimiento de engaño y sobre todo de deslealtad para con quienes le conocen.
De cualquiera de las dos formas
habría que dar gracias al Universo por permitirnos descubrir la esencia de los
seres con quienes nos relacionamos. Habría también que aceptarles, cualquiera
que sea esa esencia, y seguir caminando, teniendo en cuenta siempre que cada
encuentro fue parte de un aprendizaje. Así, si fue (y es) positivo, hay que
abrazarle, cuidarle y conservarle. Por el contrario, si fue (o es) negativo,
hay que darle gracias por habernos permitido conocerle de manera real y dejarle
ir, aunque duela.
Estamos en una época de hacer
inventarios de muchas cosas. De comprar, de gastar, de querer dar.
Inventariemos también en nuestra alma, aquellas relaciones sanas o malsanas que
tengamos en nuestra vida, recordando que cada persona que se nos acerca es un
campo de energía que puede sumarnos o restarnos la nuestra.
La vida, y todo lo que ella
implica, es para vivirla y compartirla mientras estamos vivos. Dejemos en
nuestro inventario, a ese selecto y exclusivo grupo de personas, que realmente
tengan interés en vivir y compartir sus vidas con nosotros, mediante un bonito
intercambio que nos llena de luz.
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