Despedirse
¡que hecho tan difícil! Siempre que puedo evado esos momentos. Sin embargo, en
la vida, nos debemos enfrentar a las despedidas muchas veces, en algunas ocasiones
por voluntad propia, otras veces por la voluntad de terceras personas y en los momentos
menos afortunados, porque la dureza de la vida así lo impone.
Sin
embargo, cualquiera que sea el caso, siempre es duro despedirse, porque al
hacerlo no solo le dices un hasta luego a seres humanos con los que has
compartido tiempo de ese calendario definido que llamamos vida, sino porque también
le decimos adiós a rutinas; a espacios físicos; a lugares en los que has creado
ideas, sueños, proyectos, ilusiones; a paisajes naturales o urbanos que te
acompañaron día con día, generando un sentido de pertenencia y de afecto hacia
ellos también; a proyectos.
Cada
despedida implica el cierre de un ciclo que te invita a renovar y a reiniciar otro
distinto, y cuando la despedida es por tu propia voluntad, ese sería el aliciente
que pretende que sea menos fuerte decir adiós o que al menos duela menos.
Hoy le he
dado la despedida a tres espacios a la misma vez y a pesar de que era
consciente de ello, y de lo que implicaba, no ha sido sino hasta llegado el día,
que he sentido la fuerza y dureza de decir en un caso hasta pronto y en los otros
dos un adiós definitivo.
Hoy, sin
duda alguna ha sido un día difícil, de muchas emociones, de nostalgias y de tristezas,
de recuerdos de tantos esfuerzos, de convivencias y de experiencias a los que
les decimos adiós, con la confianza de que mañana inicia un nuevo ciclo que nos
permitirá aprovechar toda la experiencia vivida en estos espacios de los que
hoy nos despedimos. Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario